Anna Martí Ribes

Tiene un pequeño taller en Valencia. Ella misma se ha construido su propio horno de leña, de lo que está orgullosa. Le gusta la cerámica funcional y la belleza de las cosas útiles que nos acompañan todos los días. Por eso empezó a centrándose en la realización de platos, bowls, yunomis y cerámica para el té. De ahí pasó a los esmaltes orientales y las reducciones.

«Una buena pieza de cerámica, puede ser algo pequeño, pero yo quiero que sea un objeto inolvidable para quien lo compra. En cada hornada busco esas piezas que enamoran. Siempre me ha atraído el negro sobre blanco, la mancha de tinta negra sobre el papel, me gusta el minimalismo, pero también el graffitti o una viñeta de cómic». comenta.

Es fan de Gutte Eriksen, Gertrud Vasegaard, Lucie Rie, Suzanne Ramié. Actualmente admira las piezas de  Elena Renker,  Lisa Hammond y de Monona Álvarez. Le gusta la interpretación cerámica de las cosas de Genesis Belanger y aunque no es ceramista, me inspira el trabajo de Louise Nevelson.

Disfruto con la obra de Kawai Kangiro, Bernard Leach, Shoji Hamada,  Llorens Artigas, Shozo Michikawa, Gustavo Pérez, José Antonio Sarmiento, Ángel Garraza, Rafa Pérez,  Icaro Maiterena, Miguel Molet y otros.

publicado en Exágono