En el corazón de Vallauris, donde la arcilla ha sido musa de generaciones, una artista contemporánea escucha las huellas del pasado. Olivia Cognet, escultora de la luz y de la forma, después de pasar varios años en Los Ángeles, encontró en este lugar una casa, un taller y un legado. Fue aquí, entre los muros que acogieron a Roger Capron —el gran maestro que elevó la cerámica a la categoría de arte— donde Olivia decidió instalar su estudio. No como un gesto de nostalgia, sino como una promesa de continuidad. En ese espacio legendario, que reformó con respeto y sensibilidad, su obra respira la historia del Mediterráneo y el pulso moderno de una nueva generación de artistas.
El trabajo de Cognet es rotundo y delicado a la vez. Se mueve entre la escultura, el diseño y la arquitectura interior, con piezas que parecen emerger de la tierra para tocar el cielo. Murales cerámicos de gran formato, lámparas como tótems, mesas que parecen ruinas sagradas: todo en su lenguaje apunta a una conexión primitiva con los materiales, pero también a una mirada sofisticada y contemporánea. En sus obras conviven la sensualidad del barro cocido, la precisión geométrica y una intuición escultórica que le es profundamente propia.
Olivia Cognet reinventa la experiencia poética de la creación, plasmando su obra a través de la pureza del material. Esta es la magia del artesano, combinada con la promesa de una belleza vibrante, para realzar la vida cotidiana.
Su admiración por Roger Capron no es solo estética, sino ética. Como él, cree en la cerámica como forma de vida y no solo como medio. Como él, piensa en los objetos como extensiones de un alma artística. “Me inspira su capacidad de unir arte y funcionalidad con una poesía atemporal”, ha dicho en entrevistas. En su taller de Vallauris, aún se percibe el eco del horno de Capron, pero ahora el fuego es suyo.
El mundo ha tomado nota: sus esculturas y mobiliario han sido acogidos por algunas de las galerías más relevantes del diseño contemporáneo. En Estados Unidos, The Future Perfect ha presentado su obra en Miami, Los Ángeles y Nueva York, consolidándola como una de las voces más singulares del arte cerámico actual. En Europa, la Galerie JAG de París ha mostrado sus piezas como se exhiben los tesoros: con silencio y asombro.
A medio camino entre lo monumental y lo íntimo, entre la ruina y la utopía, la obra de Olivia Cognet propone un nuevo humanismo cerámico. Una alquimia en la que la mano, la materia y la memoria se funden para dar lugar a formas que no solo se miran, sino que se sienten. Como diría Capron, “la cerámica debe hablar al alma”. Y la de Olivia Cognet lo hace con una voz profunda y luminosa.