Estudió Bellas Artes y tras graduarse en 1990, comenzó a trabajar en museos de arte contemporáneo mientras exploraba la carpintería como una forma de sostener su pasión por la pintura y los proyectos artísticos. Así empezó en el mundo de la carpintería, creando decorados para filmaciones, al mismo tiempo que se dedicaba a la producción de exposiciones en museos destacados como el MoMA, el Guggenheim y la Fundación Joan Miró.
Aunque su amor por el arte era innegable, y de hecho fue galardonado con dos Premios FAD por la creación y dirección del proyecto La Ciutat de les Paraules con el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, decidió hacer un cambio radical y dedicar todo su tiempo y energía a trabajar la madera: de ser un carpintero a tiempo parcial pasaba a sumergirse por completo en el arte de la ebanistería.
En el inicio de esta nueva etapa, tuvo la fortuna de encontrarse con dos libros inspiradores y dos maestros excepcionales. Los libros El alma de un árbol de Georges Nakashima y El cuaderno de un ebanista de James Krenov, le introdujeron en la dimensión más artística de la ebanistería y le enseñaron a venerar la madera como parte esencial de la naturaleza.
Por otro lado, sus dos maestros, Jacques Vanlommeren y Pere Mascarell, no solo compartieron con él sus conocimientos técnicos, sino que también le guiaron para descubrir la esencia humana detrás de cada pieza artesanal.
La madera se convirtió en su verdadera pasión, y como suele bromear, se ha convertido en un auténtico ‘woodoholic’.
En 2021 obtuvo el título de Maestro Ebanista, un honor que la Generalitat de Catalunya otorga a un solo artesano del gremio de la madera cada año, en reconocimiento a la excelencia de su trabajo.