Diseñada en 1925 por un joven y visionario Marcel Breuer, la silla Wassily (originalmente conocida como Modelo B3) es una de las creaciones más influyentes en la historia del diseño moderno. No es casualidad que haya sido descrita como una sinfonía de acero y forma: ligera, geométrica y, sobre todo, revolucionaria.
Formado en la Bauhaus bajo la tutela de Walter Gropius, Breuer trasladó al mobiliario los principios fundamentales de la escuela: función, estructura, materiales industriales y una estética depurada nacida de la utilidad. A los 23 años, inspirado por los manillares de su bicicleta, creó un asiento completamente nuevo. En lugar de madera, utilizó tubos de acero cromado; en vez de tapizados voluminosos, eligió bandas de Eisengarn—un resistente hilo de algodón encerado desarrollado por Margaretha Reichardt, tejedora también formada en la Bauhaus.

La estructura en armazón de la silla Wassily, con tubos de acero curvados de 20 mm de diámetro, supuso un desafío directo a la tradición. Era flexible pero firme, moderna pero cómoda. Breuer definió el diseño final en 1925, aunque lo fue puliendo hasta 1928. La silla original amuebló las salas de la Bauhaus en Dessau, y su primera producción corrió a cargo de Standard Möbel, empresa fundada por el propio Breuer que más tarde absorbió Thonet.
El nombre de la silla, sin embargo, llegaría décadas después. Fue el diseñador italiano Dino Gavina quien, en los años 60, descubrió el modelo B3 y lo rebautizó como Wassily, al enterarse de que Kandinsky, mentor y amigo de Breuer, había sido uno de los primeros en interesarse por ella. En 1968, tras la adquisición de Gavina SpA por parte de la empresa estadounidense Knoll, la silla Wassily entró a formar parte del diseño internacional.






Knoll sigue produciendo la Wassily
Hoy Knoll sigue produciendo la silla Wassily, con variaciones en cuero y distintos colores, pero sin alterar su esencia: una silla que redefine los límites entre arte e industria. Su herencia es visible no solo en su vigencia estética, sino también en su influencia en modelos posteriores como la Cesca de Breuer o la silla Barcelona de Mies van der Rohe.
Breuer, cuya trayectoria como arquitecto lo llevaría hasta el Museo Whitney de Nueva York, consideraba esta silla “la menos artística, la menos lógica, la menos cómoda y la más mecánica” de su carrera. Pero quizás por eso mismo, la más revolucionaria, con ella, el diseño moderno encontró nuevos caminos.


Producto: Silla Wassily.
Diseño: Marcel Breuer.
Año de diseño: 1925.
Fabricante actual: Knoll.
Fotos: Knoll.

Marcel Breuer: el ingeniero de las formas modernas
Nacido en Pécs (Hungría) en 1902, Marcel Breuer fue uno de los grandes protagonistas del movimiento moderno. Formado en la Bauhaus, primero como alumno y después como maestro carpintero, encarnó como pocos la aspiración de unir arte, técnica e industria. Su obra, tanto en mobiliario como en arquitectura, llevó al límite la búsqueda de funcionalidad sin renunciar a la expresión formal.
En los años 20, revolucionó el diseño con sus piezas en tubo de acero, entre ellas la silla Wassily, que marcó el inicio de una nueva época para el mobiliario moderno. Más tarde, se trasladó a Estados Unidos, donde desarrolló una carrera de arquitecto de gran proyección. Colaboró con Walter Gropius, enseñó en la Universidad de Harvard y firmó proyectos emblemáticos como el Whitney Museum of American Art en Nueva York (1966), hoy sede del Frick Madison.
Aunque nunca trabajó directamente para Knoll, su relación con la empresa fue clave: fue mentor de Florence Knoll y sugirió la incorporación de Eszter Haraszty, una de las figuras más influyentes del departamento textil de la empresa. En 1968, Knoll adquirió la colección de muebles de Breuer a la firma italiana Gavina, asegurando así la continuidad y difusión internacional de piezas como la Wassily, la silla Cesca y la mesa Laccio.
Fallecido en 1981, Breuer dejó una herencia importante: un diseño capaz de ser industria sin perder alma, una arquitectura de líneas claras y convicciones firmes, y una visión moderna que aún hoy nos sorprende por su lucidez radical.
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