La ceramista Virginia Torrego vive el arte como expresión de su intimidad

8 enero 2025
"El barro, su textura y color, siempre neutros, siempre tierras, es lo que me encanta ver encima de mi mesa rodeado de herramientas y de restos de otros barros que, en ocasiones, se mezclan con el nuevo… Sólo eso. Nada más. Y nada menos" nos cuenta Virginia
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Tengo que confesaros que este texto de Virginia, que leeréis a continuación, me emocionó cuando lo recibí, porque no solo describe su obra, sino que muestra su interior de una forma tan clara, que permite descubrir a esta gran artista, a esta gran mujer apasionada del arte. Su arte, como expresión de su intimidad, la define, y nos permite ver su obra con una mirada cómplice, que va más allá de las formas y texturas del barro, para aproximarnos a su yo más íntimo. Espero que disfrutéis su texto y su obra tanto como yo. Andrés Moratinos.

«Soy una ceramista nacida en Madrid que, después de muchos años en Menorca, he acabado afincada en Mallorca. He llegado al mundo de la cerámica por el camino más largo, pero de cada etapa de ese camino he aprendido algo que después he acabado aplicando en mis piezas. Hace muchos años estudié Restauración de Antigüedades y trabajé mucho tiempo entre materiales y herramientas poco conocidos para la mayoría. Intercalé clases de Escultura e Historia del Arte en la Universidad y con el tiempo me hice Museóloga».

«Con sólo 34 años abrí mi primera Escuela de Arte en el centro de Madrid, y ya voy por la tercera, en plena Sierra de Tramontana (Mallorca). Y me casé con un pintor vasco que me tiene la casa llena de cuadros y pinceles. En definitiva, no es que mi vida gire alrededor del Arte, es que, sin Arte, no tendría sentido.

A estas alturas de vida, cuando complicarme ya no es una opción, lo que la cerámica me transmite es paz. Es mi parte creativa más personal e íntima. Tanto, que todas las piezas llevan dentro de sí mi propio estado de ánimo. Porque el barro es poroso, permeable, y absorbe todo lo que yo siento cada uno de los días que dedico con esmero a cada pieza. Un barro que también es frágil y duro al mismo tiempo, como yo».

«Tengo torno, pero nunca está enchufado y la balda de esmaltes está muy alta. Me gusta el silencio, la calma, la simplicidad. La pureza y la autenticidad que encuentro en las cosas más elementales es algo que ningún añadido ni artificio me ofrece, y huyo literalmente del ruido visual y de todo aquello que no sienta como auténtico». 

El barro, su textura y color, siempre neutros, siempre tierras, es lo que me encanta ver encima de mi mesa rodeado de herramientas y de restos de otros barros que, en ocasiones, se mezclan con el nuevo… Sólo eso. Nada más. Y nada menos.

«Y así van surgiendo las piezas, escultóricas, imperfectas, llenas de heridas o pulidas, dependiendo de si el día es bueno o no. Las horas se van, absorta en el tratamiento de cada pieza, sin ninguna expectativa, sin saber jamás dónde voy a llegar con ella, cómo va a acabar, o si va a salir adelante siquiera. Yo me dejo llevar, no le veo sentido a ofrecer resistencia. A veces vuelvo al taller al día siguiente y modifico todo, rompo y golpeo sin dramas. Nunca sale adelante una pieza con la que no conecte emocionalmente. No importa. Lo importante es que la sienta. Es parte del proceso. Un proceso sin objetivos. Porque el objetivo es el propio proceso. No busco perfección, ni la quiero, porque como siempre digo: Mis imperfecciones me hacen ser quien soy, lo mismo ocurre con mis piezas”

«En consecuencia, todas mis piezas están hechas de maneras muy distintas, y siempre a mano. Puedo trabajar en bloque y vaciando o puedo trabajar con placas y churros, no hay un único camino por el que llevar todas las piezas, porque cada una es única y distinta. Aún así, me gusta la idea de composición, de familia, de series. Busco entre las piezas conexiones y resonancias, y así las presento en mi galería. A veces ni siquiera son del mismo barro, ni tienen la misma forma, pero hablan bien entre ellas, y eso es lo importante, dejar que encuentren su lugar, su propio espacio.

Después de la fase de modelado, el horno es siempre una apuesta al rojo, y aunque respeto los consejos del fabricante, disfruto experimentando en varios rangos de temperatura, utilizando la cocción como otra herramienta más con la que explorar recursos creativos, con la que dejar que las piezas se encuentren a sí mismas. Y, finalmente, los acabados, siguiendo con esa búsqueda de la pureza en lo sencillo, suelen ser con ceras, mezclas de pigmentos, o polvo de talco, observando cada pieza bajo diferentes tipos de luz, buscando acentuar sus características más interesantes, cuidando que nada compita con el propio barro desnudo, con su carácter y su textura».

«Ya fuera de la creación en mi Taller, mi trabajo de directora y profesora de Arte me mantiene cada día en contacto con todo tipo de materiales, procesos, proyectos, ideas, libros… y con alumnos que me mantienen al día con infinidad de preguntas, y que enriquecen mi propia visión sacándome a menudo de mi zona de confort, algo siempre necesario.

Y si me alejo un poco más, siempre acabo en un Museo, o perdida en la Naturaleza. Son los lugares en los que he aprendido la mayor parte de lo que sé. Es una pasión casi enfermiza, pero para mí, los Museos son mis templos, mis refugios. Son bibliotecas de Belleza que me abren los ojos a todo un mundo de inspiración. Y viviendo como vivo en la Sierra de Tramontana, en Mallorca, donde el contacto con la naturaleza es rotundo y absoluto, no puedo evitar perderme por sus bosques llenos de madera, piedra, rocas y tierra, maravillada con todas su formas posibles, y también las imposibles. De todo eso es de lo que me nutro antes de regresar a mi Taller y volver a empezar el círculo».

¿Y dónde se pueden encontrar mis piezas antes de que se independicen y encuentren su hogar definitivo? Pues en primer lugar en Latrés: mi propia galería, taller y escuela, situada en Selva, Mallorca. Pero también en diferentes Galerías de Arte de Menorca, un lugar con el que, después de tantos años viviendo y dirigiendo una escuela de Arte allí, siempre mantengo los lazos, tanto emocionales como comerciales.

Si pasas un día por Selva, estaré encantada de darte la bienvenida a mi pequeño y sencillo mundo de formas, de contrastes, de belleza y de emoción; y de charlar un rato contigo».

Virginia Torrego
Carrer Ferrer 4
Selva, Mallorca.
634 981 473
torregov@gmail.com
@virginiatorrego